Trabajadores del eje productivo Aragua, Carabobo y Lara están exigiendo condiciones contractuales como las de Sidor (Archivo)
Sindicatos paralelos generan retrasos en la jornada, afectando la productividad
MARIELA LEÓN
EL UNIVERSAL
La manufactura había acompañado, en buena medida, los largos pasos del crecimiento económico que, desde finales de 2003, no se han detenido. Aún lo hace, pero muy disminuida.
Según las estadísticas del Banco Central de Venezuela (BCV), esta actividad creció 50,9% en el primer trimestre de 2004, 3,3% en igual lapso de 2005, 14,7% en 2006, 6,8% en 2007 y 1,3% en 2008, el más bajo de estos cuatro años.
Dice además el instituto emisor que esta leve expansión obedece al comportamiento favorable registrado en sectores fundamentales como la fabricación de caucho y plástico, minerales no metálicos, papel, alimentos, bebidas y tabaco. Sin embargo contrasta con el de otros segmentos que reportan una caída considerable, como la fabricación de metales comunes (-20,5%), de vehículos (-12,6%), de productos elaborados de metal (-10,7%) y de sustancias y productos químicos (-4,8%).
Detrás de las cifras están el capital y el trabajo, sorteando un cúmulo de obstáculos que detienen el aventajado movimiento de la industria del país. El organismo cúpula, que agrupa a este segmento de la economía, ha señalado de manera sistemática las medidas oficiales que afectan a las factorías nacionales, entre ellas la dilación de Cadivi en atender sus requerimientos de divisas, proliferación de sindicatos paralelos (3.700 en el país), regulaciones y control del Estado, que se traducen en lo que han llamado el Cerco Industrial, suerte de medición que es actualizado periódicamente y al cual engruesan las normas gubernamentales.
El eje productivo del país que nutre ampliamente al Producto Interno Bruto (PIB) manufacturero, está ubicado en los estados Aragua, Carabobo y Lara y es sensible a los giros de políticas públicas. Hoy, al igual que el resto de la industria local, reporta una desaceleración pese al fortalecido boom petrolero.
Son muchas las razones que explican el tímido comportamiento fabril. En Aragua, por ejemplo, asiento por excelencia de la pequeña y mediana industria (PYMI) textil, de alimentos, calzado, plástico, tabaco y metalmecánica, está azotado por el surgimiento de sindicatos.
Vincenzo Ciccola, presidente de la Cámara de Industriales del Estado Aragua (CIEA), dice que ese céntrico Estado "adolece de inversiones en nuevos proyectos de capital; es decir, orientados a ampliar la capacidad instalada" de los centros de producción.
Otro factor que impacta al plantel aragüeño es el retardo en la asignación de divisas, necesarias para la adquisición de materias primas y consecuente elaboración de productos terminados. Sin embargo, el auge de grupos sindicales mantiene en jaque a esa actividad.
La lucha entre estas delegaciones genera conflictividad, paralizaciones recurrentes, operación morrocoy que merman los niveles de productividad, dice. "El caso Sidor ha creado un precedente. Todos los trabajadores quieren un contrato" como el suscrito entre el Gobierno y Sutiss. "Y estas demandas son imposibles de atender. El Estado está interviniendo en muchos sectores y la presencia de las inspectorías del Trabajo es creciente. Esto genera mucha preocupación".
Demanda y dependencia
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